La Segunda Guerra Mundial le obligó a cruzar la frontera y vivir oculta durante los primeros años de dictadura.
elespañol.com | 20.10.20 | Julen Berrueta
«Queremos escribir de nuevo la palabra mujer». Con estas palabras, la poeta anarquista Lucía Sánchez Saornil resume lo que ansiaba conseguir en un siglo XX español en el que imperaron las reivindicaciones sociales de todo tipo. Cofundadora de la organización Mujeres Libres en 1936, pretendía lograr la emancipación femenina como un fin en sí mismo, no como un medio para hacer la revolución. La Guerra Civil y el franquismo detuvieron el sueño de la feminista.
Nació un 13 de diciembre de 1895 bajo el seno de una familia humilde de Madrid. Su padre trabajaba para el duque de Alba y su madre y su hermana murieron cuando Lucía no era más que una niña. A ella le tocaba cuidar de la casa y mantenerla ordenada. No obstante, gracias a una herencia familiar, poseían una modesta biblioteca que despertó la sed literaria de la joven.
A medida que pasaron los años, la poesía ultraísta de Sánchez Saornil comenzó a publicarse en diferentes revistas. Lo hacía bajo el seudónimo de Luciano de San Saor, con la intención de escribir sin temor a ser señalada sobre su pasión por las mujeres.
En la década de los veinte y treinta, dejó la poesía en un segundo plano para militar en movimientos anarquistas. El anarquismo español había promovido todo tipo de iniciativas, escuelas y centros por todo el país y en muchas de ellas se les otorgaba un espacio a las mujeres. Tal y como escribe la licenciada en Filosofía y Periodismo Rebeca Moreno en Feminismos: la historia (Akal), se debatía «en torno a sexualidad, trabajo, relaciones entre sexo, maternidad…«.
Sin embargo, el machismo de sus compañeros y el paternalismo con el que eran tratadas les llevó a fundar una asociación aparte llamada Mujeres Libres. Si el feminismo fue «el hijo no deseado de la Ilustración», Mujeres Libres fue «la hija no deseada del anarcosindicalismo español».
Exilio en Francia
Una asociación que llegó a tener hasta 30.000 miembros y que creó guarderías para que las mujeres pudieran formarse en el feminismo y el anarquismo, se vio frenada en su lucha por el estallido de la Guerra Civil española. En el caso de Lucía Sánchez Saornil, la guerra le cambió la vida por completo. Participó en diferentes frentes y también combatió el fascismo con su pluma. La poesía volvía a ser parte central de su vida.
Por una parte, en 1937, conoció a su compañera sentimental de por vida América Barroso. Por otra, se vio obligada a huir a Francia junto a su nueva pareja. Como indicaría la escritora Nuria Capdevila-Argüelles, su exilio fue triple: abandonó España por escritora, mujer y lesbiana.
Junto a Barroso, iniciaron una nueva vida en París. La guerra en España estaba perdida y sus sueños de cambiar el sistema, extintos en un país regido por Francisco Franco. Trabajó en París retocando fotografías, no sin antes haber pasado un tiempo en un campo de refugiados para españoles. En España, los exiliados se enfrentaban a ser castigados y en Francia no eran bienvenidos.
La paz tampoco duraría demasiado en el país vecino. El inicio de la Segunda Guerra Mundial les obligó a replantearse su futuro. Finalmente, optaron por regresar a España de forma clandestina. Barroso tenía una hermana que vivía en la frontera, por lo que recibieron ayuda para cruzar la frontera a finales de 1942 y huir de la guerra otra vez. Esta vez, eran delincuentes que el franquismo perseguiría de haber sabido que se encontraban en suelo español.
Instaladas en la capital, trató de reorganizar en secreto Mujeres Libres aunque no tuvieron el éxito conseguido en tiempos de la Segunda República. Además, fue reconocida mientras caminaba por la calle y decidió marcharse con Barroso a Valencia. Hasta que en 1954 regularizara su situación, carecía de identidad y de cualquier derecho en España.
A partir de entonces, retomó su faceta artística y se adentró en la pintura. Fallecería el 2 de junio de 1970 de un cáncer de pecho. Su labor, empero, influyó enormemente a las jóvenes generaciones que buscaban agrietar el hermetismo del franquismo. «Las ideas de Mujeres Libres alimentaron el feminismo de la segunda ola a finales de la década de 1960 y principios de 1970, cuando las mujeres protestaron más enérgicamente y a escala global contra el predominio masculino en todos los ámbitos sociales», señala El libro del feminismo (Akal).
Lucía Sánchez Saornil no pudo ver la caída del franquismo, pero sí fue testigo de un cambio social en una España que hasta entonces había permanecido callada.
Foto portada: Lucía Sánchez Saornil. Real Academia de la Historia